A la caza de libros en Primavera


La entrevista como excusa

La vida nos demuestra a cada paso que de un objetivo pueden surgir varios, todo el horizonte de lo posible está  a cada minuto abriéndose a nuestros pies caminantes. Eso fuimos, compañeros de Casa Flores salimos rumbo a La Farmacia, café notable de nuestra ciudad, a realizar una entrevista que nos permitiera conocer su historia.

Café mediante, entre numerosos objetos de diversas épocas, disfrutamos de una charla distendida y posamos para las fotos que nos inmortalizarían (sin tomar remedios). Pablo coronado por caireles, con un fondo de piano; Úrsula, con su sonrisa a pleno, apoyada sobre una antigua mesa de madera; Mirtha, escondiéndose; Natalia, Perla, Juan y Armando, en mullidos sofás y Quimey, a lo grande, con su mesita individual y charlando con la cabeza de GENIOL.....hasta que llegó la hora de producir algunas preguntas para nuestra entrevista. Armando se interesó por un viejo piano, Perla, en cambio,  por la decoración del lugar; así fueron apareciendo los intereses de cada uno.

Una vez con las preguntas en la mano, llamamos al mozo, Hugo Iriarte, quien tímidamente nos respondió que no sabía nada del lugar. ¡FLASH! Ante las cámaras, se comportó como un conocedor de los medios. Nos contó con pelos y señales todo cuanto sabía, que era bastante. Por supuesto, nos obsequió una tarjeta recordatoria del lugar. 

¿Qué decir de los entrevistadores? Saciaron sus dudas, se atrevieron a más de lo que tenían escrito en sus papeles; nadie quería terminar la entrevista (ni el tímido mozo) pero... el tiempo es tirano: la memoria de la cámara filmadora, la hora del almuerzo y los que esperaban ser atendidos dieron fin al encuentro.

El camino de regreso nos encontró admirando la arquitectura del barrio, en un nostálgico día de primavera, a medias nublado, con setenta balcones con flores, bajo la protección atenta de Baldomero Fernández Moreno. 

Una verja nos esperaba con  la promesa de un libro de Cronin que nos permitiera recordar ese día y estirarlo a través de una lectura. Un cartelito mínimo nos animó a tomarlo y traerlo a Casa Flores.  Un pequeño y cómplice guardián, omitió ladrar; buena señal. Nos "hicimos" del libro. Sería  de todos; regalado por un vecino, como un puentecito, como un diálogo, se deslizó en alguno de nuestros bolsos.

Salimos a buscar una entrevista y hallamos un libro. En un día dedicado a la maratón de la lectura, ésta se cruzó como una propuesta de un lector oculto y cercano a nuestra Casa Flores.