"Crónicas de un encuentro con la tercera edad"
El encuentro arrancó con mucha buena vibra, chistes que jugaban con el aire y hacían reír a las paredes. Las ventanas nos miraban y las mesas fueron otro sostén, más que cuatro patas, compañeras, testigos que mantuvieron firmes el instante. La presentación fue curtida de halagos entre una lluvia de palabras, sentía la energía que me transmitía el que vivía sus últimos días como si fueran los últimos, pero los primeros. Después de una lectura que rebosaba de orgullo fue poetiza y vanidosa ante los parlantes. Ahí fue nuestra parte, nuestro turno de dar lugar, nuestro fresco ingrediente que fue copado por la inocencia, refugiada hace un tiempo atrás. Llegó el momento de la dinámica, la dinámica que fue traicionada por la suavidad de la adrenalina de un niño. Instrumentos endulzando el suelo que bailaba al compás de un zarandeo arrugado. El final una canción de despedida, pero para sentirnos bienvenidos, para cerrar lo que fue una luna que se transformó en sol. CC
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